Marzo 2007 |
No sabía nada de pintura, pues las clases que tomé fueron al año siguiente, y nunca fuimos más allá de frutas, utensilios y peces. Sin embargo, ese día algo tomó mi mano derecha y me condujo mientras realizaba interminables trazos con unos grusísimos y baratos pinceles de cerdas duras que compré en La Sirena.
¿Lo que más me gusta? Dos cosas: esa obviedad en toda la imagen, pues el sol está donde y como me habían enseñado en el colegio, los arboles son bastante sencillos y de la casita ya hablamos. Además me fascina la combinación de colores, creo que es una pintura muy rica en tonos. Me rió solo de recordar que mezclé las acuarelas sobre una tapa de plástico de mantequilla Manicera...
Finalmente digo que no he podido volver a plasmar un cielo parecido, aunque combine las acuarelas con tempera blanca como hice entonces; parece que cielos de nubes dispersas así, solo se pintan una vez y ya.
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