"La madre", Cándido Bidó |
Hoy celebramos todas: las que trabajan duro para mantener un techo sobre su cabeza y la de sus hijos, las que no aguantaron más y los abandonaron a su suerte y también las que veo a diario en la universidad, estudiantes y maestras.
Celebra mi nueva tía, que aún con sus carencias sabe sonreír más que mi otra tía que tiene bastante, pero aún así no es feliz; Igual que mi otra tía, que hace años decidió vivir bajos sus propias reglas y no derramar lágrimas por nada, porque lo más importante ya estaba perdido.
Celebra la señora que vende frutas de temporada exhibidas en su cabeza a media mañana cuando cruza por mi edificio; Yudy, sus escasos años y su vasta experiencia; todas las nuevas madres que he visto en el hospital, con una toalla a la cintura y la satisfacción de haber pujado una criatura hasta aquí.
Celebran las mujeres madres que pintó Bidó. Celebro yo, que busco saber quien soy.
No tengo mejores versos que los de Aída Cartagena Portalatín en "Una mujer está sola" para este día, culpa de mi amigo Johan Castillo, que muchas veces me lo ha recitado.
Una mujer está sola. Sola con su estatura.
Con los ojos abiertos. Con los brazos abiertos.
Con el corazón abierto como un silencio ancho.
Espera en la desesperada y desesperante noche
sin perder la esperanza.
Piensa que está en el bajel almirante
con la luz más triste de la creación
Ya izó velas y se dejó llevar por el viento del Norte
con la figura acelerada ante los ojos del amor.
Una mujer está sola. Sujetando con sueños sus sueños,
los sueños que le restan y todo el cielo de Antillas.
Seria y callada frente al mundo que es una piedra humana,
móvil, a la deriva, perdido el sentido
de la palabra propia, de su palabra inútil.
Una mujer está sola. Piensa que ahora todo es nada
y nadie dice nada de la fiesta o el luto
de la sangre que salta, de la sangre que corre,
de la sangre que gesta o muere en la muerte.
Nadie se adelanta ofreciéndole un traje
para vestir una voz que desnuda solloza deletreándose.
Una mujer está sola. Siente, y su verdad se ahoga
en pensamientos que traducen lo hermoso de la rosa,
de la estrella, del amor, del hombre y de Dios.
No debemos olvidar el 8 de marzo se conmemora internacionalmente, entre otros sucesos, por la muerte de 146 mujeres trabajadoras en 1908, en la fábrica textil Cotton de Nueva York. Estas se negaron abandonar el lugar, donde protestaban contra bajos salarios y malas condiciones de trabajo, cuando se produjo el incendio del que fueron victimas.
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