¡Bienvenidos!

"¡Bienvenido! Me alegra que hayas decidido darte una vuelta por aquí, querido lector, tu visita y tus comentarios son muy importantes para mí, así que siéntete libre de merodear y expresarte a tu gusto. Espero que tu "viaje por mi vida" se desenvuelva sin contratiempos y que al final de la travesía te queden muchas ideas y algo de inspiración, no pido nada más. Mil gracias por adelantado", Lau.


15 diciembre, 2010

Algo que contar... (2)

Fotografía de Milton Moquete
Mi segunda entrega de "Algo que contar...", publicada hoy, está inspirada en el artículo que escribí sobre cierto concierto de música clásica y cierto lanzamiento de un DVD que coincidía con cierta fiesta navideña a la que no quería dejar de asistir... bueno ya, supongo que se habrán hecho una idea, no?

Esta vez la columna está orientada hacia el gusto por el trabajo, la voluntad para realizarlo y sobre todo el entusiasmo, ese que no debemos dejar perder jamás, sin importar el oficio del que se trate.

Espero que sea de su agrado, porque para mí es un honor, pues no todo el mundo tiene la oportunidad de poner sus pensamientos por escrito en un periódico de circulación nacional, así que es además una bendición, y como tal lo he asumido.

Sin más preámbulos, aquí les va el enlace para:
"Entusiasmo, todo lo que se necesita".

http://www.listin.com.do/la-vida/2010/12/15/170299/Entusiasmo-todo-lo-que-se-necesita

03 diciembre, 2010

A la sombra de Narciso

La expresión de fastidio,
la mirada perdida,
y mientras, mis oídos muy atentos,
por si en alguna frase se le escapa un trocito de ternura que evidencie afectos,
esos que se juran sentir agarrados de manos,
pero no llegan más allá de los labios y las ganas.

Quizás pensaba en aquellos días,
cuando verlo mostrar su colorido,
cual galante pavo real, era motivo de mis suspiros.
Ojitos aguados y el pecho henchido del orgullo de serle parte,
no me hubieras reconocido a su lado,
porque con el tiempo se fueron desgastando los impulsos de volar,
asustados detrás de la timidez
y esa sensación siempre presente de no ser lo suficiente;
apropiada guarnición que no representa más que compañía.

El rostro cansado,
otros planes más que no se materializaron esa tarde,
otra oportunidad para empolvarme el brillo y las alas.
Yo, enajenada de su egocentrismo,
modelaba feliz mi sombrerito de primera dama,
siempre de su brazo, para evitar confusiones; no se necesitaba nada más.

Siempre callada, sin nada que decir
y ni que fuera necesario,
pues Narciso no precisaba de mis ideas,
no interesaba de historias, de mis afectos, de mi.
Narciso era su propio país.

Ahora lejos, lo siegue siendo,
sólo que ahora me inspira lastima, ese muchacho tan presumido
sólo en las noches, exasperado bajo la luna, se ve llorar.

Peter

-Este spray ambientador huele muy bien
Esa afirmación me hace despertar de mi letargo, espabilarme y darme cuenta que aún estoy en un salón de clases, el profesor sigue hablando por teléfono y el resto de los estudiantes se ha dedicado a entablar todo tipo de conversaciones, como la que el joven a mi lado intenta iniciar conmigo.

-Déjame oler -digo por amabilidad
-Es bien barato y tiene buen olor, por eso lo digo
"Ohh perfecto, un vendedor ambulante de productos de limpieza, lo que me faltaba para pasarme otro rato aquí en lo que el profesor termina su interesante conversación telefónica, la que no pudo haber esperado hasta que terminara la clase", pienso, con algo de hastío.

El joven, alto, delgado y de tez soleada, sigue en toda la disposición de charlar. Ahora busca algo en su mochila, son unos lentes de sol. Se los prueba y me dice:
-¿Qué crees?
-Te quedan bien -digo seca y desinteresada
El, sorpresivamente, no queda convencido con mi respuesta y busca otra vez en su mochila para sacar otros lentes.

-Que tal estos? -pregunta con entusiasmo
"Esos sí que te quedan mal", pienso.
- También
- No, mejor los otros
Se los quita y vuelve a meter la mano para revolver dentro de su mochila. Ahora saca una crema depiladora, un cortaúñas y unas pinzas. Me pregunto si será estilista de cejas... pero me gana la indiferencia y miro hacia el otro lado. Entonces justo ahí escucho como intenta meter todo otra vez en su lugar, cierra la mochila, se gira totalmente hacia mí y me dice: - Soy Peter.

La sonrisa que le doy es todo lo que necesita. Hace un gesto que no evidencia otra cosa que la certeza de que mientras dure el curso jugaremos a ser amigos, aunque es probable que para él sea de verdad.

....

El semestre casi termina, el martes es la última clase y no se si pueda llegar a tiempo; no importa, mi amigo Peter -con todas las ganas de ser Patricia- me guarda siempre una butaca, y en los minutos previos a la intervención del profesor también me guarda las mejores crónicas de su emocionante vida.

A veces, mientras se expresa con tanta emoción, relatando lo que le paso en tal o cual sitio, yo miro atentamente sus cejas, depiladas a la perfección, pero no me atrevo a sentir envidia, sino algo parecido a la empatía. Es Peter.

02 diciembre, 2010

¿Qué tal si nos quedamos en la galería?


Tú ruborizado.
Yo encantada, ansiosa, nerviosa, ingenua,
y que no puedo ver más allá de tu tímida sonrisa de cortesía,
sólo hace aumentar mi ansiedad y las prisas con las que vivimos los muchachitos de hoy;
las mismas que no quiero hacer tan evidentes para no asustar la sensatez de tus años.
Seguro que para ti las cosas no van así.
Seguro que tu mirada cobarde y la intensa sonrisa que alcanza tus ojos
no son más que señales de precaución,
no querrás andar dejando pedazos de un corazón roto olvidados por ahí,
bien sabes que los seguros de vida no ofrecen esa cobertura.

Tú amable, distante, diligente.
Yo inexperta, excitada, inquieta,
la expresión más genuina de la juventud reflejada en mi mirada distraída
y mis ganas de ganarle al mundo.
Me asusta pensar que este mismo mundo, a veces cruel y perverso,
no entienda mi afán de hacerte sonreír sin pedir nada a cambio,
solo un poco de ti mismo, sin perderte ni un poquito.
Y es probable que en este mismo espacio, en el que habitan los seres que provocan tus lágrimas, nadie entienda eso -lo que sea- que te hago sentir, porque puedo... aún siendo una niñita alocada.

Tú tonto, triste, encantador.
Me fascina y me asusta la idea de dejarte pasar.
¿Qué tal si nos quedamos en la galería? No hay porque llegar más lejos.
Un pasito a la vez, y si no va de nada todo esto,
siempre podemos echarnos a correr en dirección contraria, pero ilesos,
que no se puede pedir nada más.